domingo, 31 de julio de 2011

Ya llegará

Ya llegará el día bendito en que salgas de ti mismo;
cuando salgas de tu cueva de penas y nostalgias,
cuando te encuentres con tu sombra,
y sepas que me llamo intensidad.
Me bajo del tío vivo;
acepto mi derrota, casi sin pedir revancha.
Mis heridas, las lavo con la lluvia de julio,
como siempre, y hasta ayer.
Dejaré a tus ojos de avellana
repetirse en mis sentidos una y otra vez.
Me pondré las lentes del tiempo,
que te darán justa medida.
Que tu voz se escabulla en mis sueños
hasta llegar al sin sentido.
Repetiré en la memoria tus besos al infinito,
y llevaré a la duodécima potencia
tu mirada de Don juan.
A fuerza de repetirte perderás consistencia...
Te volverás el fantasma, en el que quieres convertirme,
la sombra de una ilusión absurda,
el eco efímero de un olvido...
Ya llegará el día, cuando abandones tus dolencias,
tus miles de pendientes, el cansancio y el desdén.
Ya llegará el momento en que busques en mi espacio,
y descubras, simplemente, que me fui.

domingo, 17 de julio de 2011

Me gustan los viejos

Me gusta el rostro de los viejos,
de carne viva, pegada a los años,
rostros pálidos, de surcos y de cuevas,
de ojos húmedos y labios resecos.
Andan hacia un horizonte incierto
con altivez, fervor y desapego;
aquel destino es tanto inquieto
para el joven bello,
como para el viejo yermo;
mas, el viejo sabio lo tiene claro,
por eso, ciego, se entrega al sendero,
con mucha valentía y a fuego lento.
Me gusta el cuerpo de los viejos,
con huesos orgullosos de experiencia
y manos manchadas en la historia
de familias, razones y querencias.
Me gusta su mirada adolorida
de insondables y numerosas vidas
reviven sus historias preferidas
cada vez que los provocan las heridas.
Tornan su fragilidad en poderío
y se ríen de los días y su fuerza;
pues la vida, al final, siempre regala
un homenaje en amores y recuerdos.
Me gusta que los viejos se apoltronen
a esperar con paciencia la guadaña;
no temen a la risa de la parca,
saben que esta vida está prestada.
Sólo la nostalgia los quebranta,
de haber dejado cien historias a su espalda;
cuentos de aventuras, ideales y dolores
pasiones que se cuelgan en la estampa.
Me gusta la risa de los viejos,
lenta y embriagada de bonanzas;
regalada a los sueños de varones
y a los vuelcos en los vientres de las damas.
Me gusta la mirada de los viejos,
habituada a llegarte hasta la entraña,
me gusta que no sepan ya las horas
que les quedan de sabores y festejos.
Me gusta caminar junto a los viejos,
aprender de ellos la esperanza,
entregar con ellos la paciencia
a una vida que se va con la añoranza.

domingo, 3 de julio de 2011

Malinche

Hermoso navegante de lengua cadenciosa,
traes, con tus ancestros, los sonidos de mi infancia.
Desde aquella tierra madre, de buques y de esclavos,
vienes explorando nuevas tierras y desvelos.
El viento marítimo te trajo hasta mis brazos,
baila conmigo un fado lleno de nostalgia,
quiero compartir contigo la melancolía…
el amor, los dolores y los fuegos…
Quiero que vengas conmigo, al final de esta mirada.
Ven a mi silencio escondido en las palabras;
ven a la barbarie de nuestro futuro inmaculado,
enciende la esperanza que ya envuelve a la mañana.
Quiero que me veas, como eres capaz de verme,
más allá de mis razones, más allá de este tiempo.
Encuéntrame escondida en mis ruidos y sonrisas,
y quédate aquí dentro, con tu alma y tus afectos.
Quizá te deje inundarme, con tus ojos y promesas,
esos ojos de avellana, suave e incendiaria;
esos labios expuestos como arte en galería
y esas manos escondidas en mi pelo, sin premisa.
La verdad me es esquiva, y ya no importa si se esfuma,
porque rozas, con tu vuelo, la tierra de mis anhelos,
porque antes de ti hubiera jugueteado, sin sentido,
a mariposas en flor, a aves y coqueteos.
Pero, también mi vuelo roza tus deseos,
pasea, sin rumbo, por tu voz llena de acento;
ese acento cálido, como tu boca y pensamientos
de hombre de otros mundos y de otro tiempo.
Antes de ti yo hubiera caminado mil afectos,
ciega, cometido mil errores, sin remedio,
envuelta en la oscuridad de mil ansias y destellos,
hubiera malgastado las pasiones y los miedos.
Pero hoy, imaginar mía tu piel mediterránea,
y querer bañarme en el mar que la acompaña
es instinto, es impulso y completo regocijo,
que regalo al tiempo, a la suerte y a mortaja.
Hoy, festejo tu osadía de alejarte de tu tierra,
internarte en la aventura, alcanzar las lejanías.
Te doy la bienvenida a mi casa y mis pasiones,
y me hundo en tu mirada, sin red de seguridad.

3 de julio, 2011