domingo, 3 de julio de 2011

Malinche

Hermoso navegante de lengua cadenciosa,
traes, con tus ancestros, los sonidos de mi infancia.
Desde aquella tierra madre, de buques y de esclavos,
vienes explorando nuevas tierras y desvelos.
El viento marítimo te trajo hasta mis brazos,
baila conmigo un fado lleno de nostalgia,
quiero compartir contigo la melancolía…
el amor, los dolores y los fuegos…
Quiero que vengas conmigo, al final de esta mirada.
Ven a mi silencio escondido en las palabras;
ven a la barbarie de nuestro futuro inmaculado,
enciende la esperanza que ya envuelve a la mañana.
Quiero que me veas, como eres capaz de verme,
más allá de mis razones, más allá de este tiempo.
Encuéntrame escondida en mis ruidos y sonrisas,
y quédate aquí dentro, con tu alma y tus afectos.
Quizá te deje inundarme, con tus ojos y promesas,
esos ojos de avellana, suave e incendiaria;
esos labios expuestos como arte en galería
y esas manos escondidas en mi pelo, sin premisa.
La verdad me es esquiva, y ya no importa si se esfuma,
porque rozas, con tu vuelo, la tierra de mis anhelos,
porque antes de ti hubiera jugueteado, sin sentido,
a mariposas en flor, a aves y coqueteos.
Pero, también mi vuelo roza tus deseos,
pasea, sin rumbo, por tu voz llena de acento;
ese acento cálido, como tu boca y pensamientos
de hombre de otros mundos y de otro tiempo.
Antes de ti yo hubiera caminado mil afectos,
ciega, cometido mil errores, sin remedio,
envuelta en la oscuridad de mil ansias y destellos,
hubiera malgastado las pasiones y los miedos.
Pero hoy, imaginar mía tu piel mediterránea,
y querer bañarme en el mar que la acompaña
es instinto, es impulso y completo regocijo,
que regalo al tiempo, a la suerte y a mortaja.
Hoy, festejo tu osadía de alejarte de tu tierra,
internarte en la aventura, alcanzar las lejanías.
Te doy la bienvenida a mi casa y mis pasiones,
y me hundo en tu mirada, sin red de seguridad.

3 de julio, 2011

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